Publicamos en este interesante articulo el problema de la mediterraneidad de Bolivia, en este analisis vemos como el vecino del sur optara según sus interes.
Por : Victor Mejia Franco
Así encabeza el diario El Comercio del 08 de Setiembre 2009, los comentarios del Canciller de Bolivia señor David Choquehuanca, acerca de lo que Bolivia ha venido sosteniendo como su mejor opción para una salida al mar, en sus negociaciones con Chile. Ahora queda claro que efectivamente los dos países han venido impulsando conversaciones reservadas en este tema, tan crucial para el pueblo boliviano, como lo es su escamoteo para los intereses del Estado chileno.
Y también está claro que la máxima aspiración boliviana es que la solución chilena debe incluir la salida soberana, al contrario de la posición chilena en el sentido que la eventual salida de Bolivia no tendrá soberanía alguna.
En todo caso, este reclamo debe resolverse directamente entre las dos partes afectadas.
Lo preocupante es que Bolivia ha creído, durante años, que la única posibilidad que Chile podría acepta es un corredor hacia el mar a lo largo de su línea fronteriza con el Perú. Sea que tenga o no tenga soberanía para Bolivia, este corredor a lo largo de la “Línea de la Concordia”, de todos modos afectaría irremisiblemente las servidumbres soberanas que el Tratado de 1929 garantiza para el Perú, principalmente con respecto al puerto de Arica.
Lo preocupante es que Bolivia ha creído, durante años, que la única posibilidad que Chile podría acepta es un corredor hacia el mar a lo largo de su línea fronteriza con el Perú. Sea que tenga o no tenga soberanía para Bolivia, este corredor a lo largo de la “Línea de la Concordia”, de todos modos afectaría irremisiblemente las servidumbres soberanas que el Tratado de 1929 garantiza para el Perú, principalmente con respecto al puerto de Arica.
Esta esperanza para los bolivianos fue alentada por el gobierno peruano cuando aceptó parcialmente el acuerdo boliviano-chileno de Charaña de 1975, de un corredor a lo largo de la frontera sur del Perú, a condición de establecer en Arica una soberanía tripartita Perú-Bolivia-Chile que permitiera salvar los derechos y servidumbres peruanos del Tratado de 1929, solución que Chile rechazó.
Esta es la eterna historia, Chile sólo acepta aquello que conviene plenamente a sus intereses y no le importa si ello implica el incumplimiento de alguna obligación formal, como pagar su deuda con el Perú respecto del puerto de Arica, tal como lo establece el Tratado de 1929, ó de la obligación moral ineludible, como sería devolverle a Bolivia la condición de país marítimo que le corresponde por geografía y por historia, después de aprovechar por largos años los ingentes recursos de todo el litoral boliviano usurpado por la fuerza de las armas.
Pero la historia de nuestra civilización, plagada de abusos de los países invasores siempre ha dado a los pueblos victimas del saqueo prepotente, alguna oportunidad de reivindicar la heredad nacional o los derechos conculcados de sus ciudadanos. En estos tiempos de globalización, junto con la generalización de los abusos, también en el seno de todos los países, la opinión pública va teniendo más peso gradualmente, y los pueblos de todas las latitudes, no sólo anhelan equidad para sí mismos, sino que se inclinan por una justicia social con categoría de estándar universal, para beneficio de toda la humanidad. Por ello, más temprano que tarde, los imperios van a tener que adecuarse a una nueva realidad, en cuyo nuevo escenario, reclamos como el de Bolivia debe encontrar suficiente apoyo político, para solucionar situaciones visiblemente onerosas e injustas para el pueblo boliviano.
Dentro del espíritu de cooperación que le corresponde llevar adelante al Perú frente a esta justa demanda boliviana, debería incluirse sustancial apoyo político para que nuestro hermano y socio andino, el Estado Boliviano, recupere su condición marítima, pero no a costa de los derechos vigentes del Perú en Arica como conviene a Chile, con la aviesa intención de burlar el fiel cumplimiento del Tratado de 1929 y al mismo tiempo dividir a nuestros pueblos permanentemente controlando las continuas fricciones espontáneas o prefabricadas que ocurrirían dentro de un estrecho corredor fronterizo con el Perú, sino por medio de presionar al único país obligado – Chile-, a sentarse en una mesa de negociación donde pudiera acordarse el establecimiento de un enclave soberano en alguna parte del antiguo litoral boliviano, en una ubicación que permita a Bolivia disponer de un puerto oceánico, con acceso a una vía troncal en Chile, que lo mantenga vinculado al territorio boliviano.
Enclaves como éstos hay varios en el mundo, y solo basta voluntad política y presión internacional para logarlo. Pienso que el peso político del Perú, sumado al interés de Bolivia, pueden alcanzar juntos esa meta, como una nueva primavera de los ideales del gran Mariscal don Andrés de Santa Cruz.
(1) De la Comisión Patriótica para la Defensa del Mar de Grau.
www.comisionpatriotica.org
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