miércoles, 26 de agosto de 2009

Bolivia - Chile Conflicto del Silala: de mar pasó a río

Informe Especial
En abril pasado, la Presidenta Michelle Bachelet junto a Evo Morales anunciaron un preacuerdo respecto al uso de las aguas del “río” Silala, en donde Chile se comprometía a pagar por el uso del 50% de las aguas del cauce (mediante la instalación de medidores de flujos que permitan cuantificar su uso). Sin embargo, el pasado 5 de agosto el Gobierno boliviano descartó establecer un plazo definitivo para firmar el posible preacuerdo.Pese a que la problemática con el Silala es de vital importancia, no es un tema que todos manejen, dejando en claro, que el chileno poco sabe de sus problemas de vecindario. Comenzaremos de esta forma, a explicar al menos donde está el cauce del Silala y porqué es tan conflictivo su uso.


El manantial del Silala, es un corto río que se encuentra en la frontera entre Bolivia y Chile en la localidad de Potosí mayoritariamente. Nace de la acumulación de manantiales provenientes del salar de Uyuni y luego recorre algunos kilómetros hasta desembocar en el río San Pedro de Inacaliri que es parte de la cuenca hidrográfica del río Loa. Se dice que se habría formado artificialmente por canalizaciones realizadas por chilenos en territorio boliviano, juntando una serie de vertientes cordilleranas sin circulación determinada.Describir al afluente Silala como un río ya es tarea difícil. Para muchos, el torrente no es un río, siendo esta instancia la primera piedra en el camino para solucionar el tenso acuerdo.

Según el historiador chileno y crítico de las políticas internacionales de Chile, Cástulo Martínez, autor del libro “Las aguas del Silala”, el afluente no es más que un conjunto de manantiales, los cuales no forman un flujo o curso que conduzca el agua a algún sitio determinado ya que son corrientes de agua subterránea que afloran a la superficie en un punto específico, sin que circulen en ninguna dirección. Para el historiador esta zona de manantiales, se halla enteramente en territorio boliviano, por lo que si el cauce a llegado a territorio chileno, se debe nada más que por la construcción de canaletas hechas pocos años después de la Guerra del Pacífico por y para (y este es el punto de inflexión) el ferrocarril entre Antofagasta y Bolivia.

Hablar de río o manantial no está de más, debido a que el tratamiento de río es totalmente diferente al de manantial, siendo este punto un concepto importante ante las políticas internacionales para uso (y abuso) de aguas compartidas.Pues este cauce durante el transcurso de la historia de estos países, ha sido parte de diferentes tratados y acuerdos entre la comunidad de Potosí y las diferentes empresas privadas de Chile. Desde 1906 la empresa “The Antofagasta and Bolivia Railway Company Limited” (Ferrocaril de Antofagasta a Bolivia), fue titular de una merced en Chile sobre las aguas del Silala, siendo otorgada por la Intendencia de Antofagasta.
Esta merced fue aprobada por el Gobierno boliviano en 1908.La Compañía de ferrocarriles desde un comienzo utilizó esta agua para el suministro de las máquinas, no obstante la Concesionaria permitió su utilización a diversas empresas del norte de Chile, como a Codelco-Chuquicamata y a las empresas sanitarias de Antofagasta.

Durante muchos años, Chile usó y abusó de aguas extranjeras sin pagar ni un solo peso al Gobierno boliviano, pasando a llevar la soberanía territorial del país altiplánico. Aunque parte del “río” está bajo el territorio chileno, la empresa fue más allá, usando gran parte del cauce. Sin embargo, en 1996 diarios bolivianos acusaron la utilización de aguas, denunciando que el Silala era un cause artificial canalizado por chilenos. Por lo que en 1997 y bajo un escándalo mediático, se promulgó mediante el prefecto de Potosí de aquel momento, Omar Manzano, la anulación de la concesión de la empresa anglo-chilena, decretando el Decreto Supremo No. 24660.
Toda esta problemática, nace por abastecer sistemas de riego agrícola y consumo humano en poblaciones menores ubicadas entre la cuenca baja del Silala y Antofagasta. Además se usó para el uso de los habitantes de Calama, Antofagasta, Mejillones, y Tocopilla y para uso doméstico e industrial en el centro minero de Chuquicamata.
Teniendo los antecedentes, el problema es claro. Bolivia no está dispuesto a recibir el 50% de pago por el uso de las aguas. Sino que quiere retribuciones por el uso indiscriminado de hace un poco más de cien años. En Chile el acuerdo no ha causado mucho temblor, y pocas personas defienden la problemática, sin embargo, en Bolivia el asunto es totalmente diferente.
Los diferentes parlamentarios bolivianos han generado variadas y controversiales declaraciones, en el caso de líderes opositores, se señala que las autoridades de la Cancillería estarían cometiendo el delito de traición a la patria si firman el pacto al que llegaron con Chile. Por otro lado diputados como Wiliam Cardozo aseguran que el acuerdo ni siquiera reconoce la propiedad de ese 50% de las aguas en favor de Bolivia debido a que el acuerdo establece (en el artículo 4) que las partes se comprometen a mantener las condiciones actuales de caudal y calidad de agua que fluye a través de la frontera. En realidad, Bolivia no va a poder hacer uso de esa agua, porque no puede afectar el caudal que llega a Chile.

El tratado entre Chile y Bolivia tiene puntos maliciosos y ciertamente truculentos, en donde no se especifica con claridad la participación de ambos Estados.El acuerdo está lejos de encontrar solución, y mientras Bolivia viva momentos de elecciones los escándalos de acuerdo a este tema serán la tónica para muchos partidos. Al final la lucha ya no es por mar, sino que por un río.

1 comentario:

  1. creo que la difusion masiva de los libros del historiador Castulo Martinez, nos serviria mucho para concenciar a todos.

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